09 agosto 2016

Campo de trabajo en Sa Pobla

Este verano he tenido la maravillosa experiencia de ir a un campo de trabajo en un pueblo de Mallorca. El campo de trabajo estaba organizado por Verd Persiana junto con el gobierno balear (era uno de esos campos de trabajo para jóvenes que saca el gobierno todos los años). El propósito del campamento era hacer unas pinturas murales para mejorar una zona degradada del pueblo.  Estuve allí del 16 al 30 de julio, y fue una experiencia tan intensa que parece que haya pasado allí todo un mes. Voy a poner un poco de música para ambientar.



Mis compañeros venían de todas partes de España, y había mucha variedad: unos eran de ciencias, otros de letras, unos de Pamplona, otros de Extremadura, unos que iban a empezar la universidad, otros que ya la habían acabado... me esperaba que fueran todos de la rama artística, pero sólo estábamos tres (un arquitecto, un diseñador y yo); de todos modos, eso lo hacía más interesante.

La primera semana estuvimos conociendo Sa Pobla para poder hacer unos murales que la representaran. Nos llevaron a la residencia de ancianos, a un colegio, a la granja escuela, al museo, a una asociación de inmigrantes, a la Albufera, a la playa y a la piscina... la verdad es que fue una semana completísima en la que no paramos quietos. Había días en los que hacíamos cuatro actividades. Más una dinámica de grupo por la noche. Y eso levantándonos a las ocho de la mañana. Yo acababa muerta...

Estas actividades nos sirvieron para "infiltrarnos" en la cultura de allí. Conocimos de primera mano cómo viven, lo que comen, cómo se relacionan... un par de mujeres del pueblo nos invitaron a su casa, por ejemplo, una de ellas nos enseñó a hacer coca de verduras en su horno de leña (es una especie de pizza pero sin queso que comen en las celebraciones). También hicimos cocarrois, espinagadas y empanadillas. Vimos en directo que, dentro de la casa, eran las mujeres las que mandaban. También teníamos la suerte de estar en un pueblo no turístico: al no tener playa, no estaba colonizado por los guiris, como el resto de la isla, y conservaba bastante bien su idiosincrasia. Por otro lado, la gente era bastante conservadora... aunque había pequeños grupos o personas concretas que intentaban hacer cosas para abrir la mente. Una de ellas era Toni Simó, el regidor de Juventud, que era nuestro coordinador, por decirlo así, quien nos organizaba cosas y nos compraba suministros y a veces venía él mismo a cocinarnos con su novia y su perro U^_^ era un hombre muy listo y tenía verdadero entusiasmo en mejorar Sa Pobla...








La primera semana me sentía a ratos fuera del grupo. Llevo tantos años seguidos en Madrid, donde tengo mis círculos, que ya casí había olvidado lo que era hacer amigos. Descubrí que no era tan fuerte como creía, recordando viejos traumas. Los monitores nos hacían dinámicas de grupo, pero algunas no me molaban mucho, la verdad. El primer día tuve que bailar la canción de Una loba en el armario y me metí bastante en el papel (para eso he hecho teatro durante seis años, jeje). Pero las dinámicas que implicaban algún puteo a los compañeros no me gustaban. Recuerdo una en particular que me resultó demasiado violenta y no quise participar: nos dieron unos trajes acolchados y unos churros de gomaespuma para que nos pegáramos por parejas hasta echar al otro fuera del círculo. Pero bueno, sé que los monitores lo hacían con buena intención. Eran scouts y sabían bien cómo trabajar con jóvenes. El resto de mis compañeros no tuvo problemas en este aspecto y participó de una dinámica complementaria que consistía en irse de verbenas todas las noches. A mí no me quedaban fuerzas para eso y no me apetecía, la verdad, ya he ido a bastantes fiestas durante el año. Luego era la única que estaba despierta por las mañanas...






Culminamos la primera semana con la participación en una carrera popular que se organizaba por las fiestas del pueblo. Bueno, carrera es una forma suave de llamarlo. La habían titulado Brutal Running y se trataba de una carrera con todo tipo de obstáculos: desde castillos hinchables hasta zanjas de barro, mucho barro. Nosotros ayudamos en la carrera de los niños, que era antes, para que nos dejaran correr de gratis en la de los adultos, y así es como acabamos:





Tuve agujetas durante toda la semana!

La verdad es que era muy feliz allí. En seguida me integré en el ritmo de trabajo y se me olvidaron mis preocupaciones del mundo exterior (los proyectos, el desempleo, la incertidumbre). Me vi a mí misma dando el 100% y me di cuenta de lo poco que aprovechaba mi vida en Madrid... 

 Pasada la primera semana de toma de contacto, empezamos a pintar los murales. Se trataba de tres muros que había en el Paseo del Tren, una calle que antaño había sido muy importante, ya que era por donde pasaba el tren que exportaba las patatas que se cultivaban en el pueblo. Hoy, sin embargo, era un paseo mal iluminado y lleno de pintadas y desconchones de pintura.





Estuvimos comentando entre todos cuáles eran las cosas representativas del pueblo y qué imagen queríamos promover (no queríamos ser críticos, por ejemplo, ya que estábamos allí de invitados, queríamos ser constructivos). Elegimos tres temas y formamos grupos de trabajo. Cada uno de los de artes se hizo responsable de uno de los proyectos, además de estar coordinados por Joan (uno de los monitores que era artista urbano, hace unos murales chulísimos, si queréis buscarle se llama Joan Aguiló).

El primero de los murales se realizó en una casa de un particular, un hombre llamado Sebastián, el cual nos cedió su muro y su persiana del garaje. Fue muy atento con nosotros todo el tiempo, sacándonos agua fría y melones para merendar, dejándonos guardar los trastos y limpiar los pinceles en su garaje. Nos llamó la atención que coleccionara pájaros y mis compañeros hicieron una referencia a eso en el mural.

El tema central del mural eran las mujeres mallorquinas, por lo que he comentado antes del matriarcado. Como representante de las poblenses, eligieron la imagen de una mujer cubana que vivió durante muchos años allí y que era conocida por todos. La mujer iba en bicicleta, al igual que muchos abuelos y abuelas del pueblo (eso también nos llamó la atención, las abuelas en bicicleta). Completan la composición una ola decorada con triángulos y con los colores del mar, aunque también tiene forma de pájaro; y la inscripción MADONA POWER (madona es mujer en mallorquín). La verdad es que, a pesar de que tuvieron muchas dudas sobre qué imagen colocar encima de la ola, al final les quedó niquelado. Recuerdo que Pablo (el arquitecto, que era jefe del mural) estuvo discutiendo con sus compañeras porque querían pintar el pico de amarillo y le parecía fatal desde el punto de vista compositivo y al final se salió con la suya y lo pintó azul. El día de la inauguración trajeron una tabla de surf y la gente se hizo unas fotos muy graciosas con la ola.




El segundo mural corría a cargo de Jesús (el diseñador) y estaba centrado en el tema del campo y de los inmigrantes. Creo que he comentado antes algo de las patatas: Sa Pobla vivía casi exclusivamente de las patatas hasta hace bien poco. Hasta tenían coca de patata! (muy rica, por cierto). Desde hacía una década, habían empezado a llegar inmigrantes, en su mayoría marroquíes y senegaleses, y ahora eran bastante numerosos. Nosotros nos reunimos con la asociación de mujeres marroquíes Pa i mel y fuimos a una de las misas-reuniones de la asociación de senegaleses. Las conclusiones que sacamos fueron que estaban medio integrados, ya que sus hijos iban al cole y aprendían la cultura de Sa Pobla; pero que por otro lado no acababan de querer integrarse, alejándose de las actividades sociales y las fiestas populares. Había una especie de rechazo bilateral sutil entre ellos y los poblenses. Os lo ilustraré con una anécdota que nos contó Toni Simó: en el desfile de Reyes, el ayuntamiento daba caramelos a los niños musulmanes para que se quedaran en sus casas. Fue muy revelador cuando fuimos a la asociación de senegaleses, nos dimos cuenta de que no comprendían muchas de nuestras costumbres meramente por desconocimiento y juzgaban a la mayoría por los errores de unos pocos; más o menos lo mismo que nosotros hacemos con ellos... es un tema complicado.

Así que, utilizando como base un diseño cuadriculado inspirado en las formas del campo, mis compañeros hicieron un mural con el rótulo SIAU BENVINGUTS, que significa "sed bienvenidos".  La expresión es además el título de una obra de Alexandre Ballester, un poblense eminente que todo el mundo conoce allí. Así que el titulito tiene doble sentido. La dificultad mayor de este mural estribó en acondicionar la pared, que estaba en muy mal estado; mis compañeros empezaron a pintar sin haber dado una imprimación de base y luego tuvieron que darla deprisa y mal...

Al final, creo que fue el mural más resultón, por la viveza de los colores. Jesús no estaba muy convencido de pintar el fondo de azul piscina, porque no contrastaba lo suficiente con las letras; pero al final les sobró tiempo y pudieron decorar el interior de las letras, así que acabó quedando bastante bien. De hecho, cuando nos vino a entrevistar la televisión mallorquina, nos grabaron y fotografiaron delante de ese mural y salieron unas fotos que te cagas...





El del centro de la foto es Joan, el artista bohemio, nuestro director artístico. Joan me ha enseñado mucho con su modo de ser, le he cogido mucho cariño en estas dos semanas.

Y, por último, mi mural! Bueno, mejor dicho, nuestro mural: el equipo lo formábamos tres chicas, yo, una chica de Pamplona y otra de Madrid. Confiaron en mí para diseñarlo todo, pero aportaron muchas ideas y curraron un montón. Tanto que, aunque al principio les daba miedo coger los pinceles, al final acabaron manejándolos como si fueran una extensión de su cuerpo.

Nuestro mural estaba dedicado a la fiesta de Sant Antoni y el Dimoni. Es la fiesta más importante de Sa Pobla, junto con la fiesta patronal. Está dedicada a San Antonio Abad, que venció al demonio cuando éste lo tentó. Cuando llega el 16 de enero, todo el pueblo se vuelca en la fiesta: van a recoger leña al campo para hacer hogueras, se hacen cocas y espinagadas en cantidades ingentes para invitar a comer a la familia, y todos quieren vestirse de dimonis o de cabezudos. Tuve la suerte de conocer al chico que se viste de Sant Antoni en la procesión, tenía tatuada la cruz de San Antonio en el brazo y llevaba otra colgando del cuello. Por lo visto, se implican en todas las generaciones. Además de las hogueras y comidas campestres, se celebra un desfile con los cabezudos y los dimonis, que encorren a los niños, y los músicos van disfrazados de esqueletos. Luego se cantan "glosas" o coplas que pueden estar dedicadas a Sant Antoni o a cosas del pueblo (la vida en el campo, el amor, los cotilleos y chanzas)...



Por lo visto, la fiesta tiene origen celta, ya que está próxima al solsticio de invierno y se celebraba en honor al dios del campo. Esa fiesta fue posteriormente asimilada por los romanos (saturnales) y después por el cristianismo. San Antonio Abad es el patrón de los animales del campo y se le representa muchas veces con un cerdo. En la parte de arriba de su cruz se pinta un fuego, como símbolo de una enfermedad de la piel que curó por medio de un milagro.

Era un tema que había que representar sí o sí, pero no queríamos hacer una postalita de Sant Antoni. No sé en qué momento se me ocurrió la idea del pac-man y mis compañeras me siguieron el rollo: hicimos un mural en el que pac-man era sant antoni y los fantasmas eran dimonis. El laberinto del juego era el plano de las calles de Sa Pobla, con algún edificio representativo pintado. Los puntitos (pac-dots) son patatas y las bolas de poder que le permiten comerse a los dimonis (pac-pellets) son fuegos. Completamos el diseño con unas glosas escritas con tipografía Fixedsys en las que se hace referencia a un juego de cartas entre Sant Antoni y el Dimoni: Sant Antoni i el dimoni jugaven a trenta-u, el dimoni va fer trenta i Sant Antoni trenta-u. (San Antonio y el demonio jugaron a treinta y uno, el Demonio hizo treinta, y San Antonio, treinta y uno). Al final nos quedó mucho espacio libre a la derecha y añadimos otras dos glosas:

És el nostre patrimoni                                            Es nuestro patrimonio
noltros l’hem de conservar,                         nosotros lo hemos de conservar,
per això no em puc turar                                        por eso no puedo parar
de glosar per Sant Antoni.                                      de cantar a Sant Antoni.

A tots, poblers i pobleres,             A todos los poblenses, hombres y mujeres,
noltros vos feim una crida                             queremos haceros una llamada
perquè regaleu una glosa                                       para que regaléis un verso

que duri tota la vida.                                              que dure toda la vida.







La última noche hubo una gran inauguración en el Paseo del Tren; el regidor convocó a los artistas de Sa Pobla para que expusieran en la calle, junto a nuestros murales, vinieron las autoridades políticas a hacer el paripé, también pusieron unas hileras de bombillas por todo el paseo, invitaron a unos jóvenes músicos del pueblo para que amenizaran la velada y hubo trampó para todos. Trampó es una ensalada de pimiento, tomate y cebolla que se come mucho por allí; así como el pa amb oli. El regidor y el dueño de la casa, Sebastián, nos invitaron a comer y a cenar, respectivamente, y la verdad es que todos estaban muy contentos con nosotros y querían repetir la experiencia del campo de trabajo al año siguiente.

Mis compañeros también estaban muy contentos. Aunque siempre había alguien que se quejaba: de las duchas frías, de madrugar, de tener que cocinar y limpiar, de volver a comer trampó otra vez… pero en general creo que todos aprendieron un montón y se lo pasaron genial y que se quedan con lo bueno. Al principio no entendía porqué se quejaban y me enfadaba (yo estaba viviendo más intensamente de lo que había vivido en Madrid en todo el año); y les empecé a coger manía a algunas personas que se intentaban escaquear de las tareas y que parecían egoístas, a mi ver. Pero con el trabajo en equipo de la segunda semana conocí mejor a la gente, me di cuenta de que teníamos más cosas en común de lo que parecía, y empezaron a caerme mejor. Eso me dio una lección.

Me llevo muy buenos recuerdos de este viaje. Recuerdos de paseos en bici, de saltos al agua desde las rocas, de comidas de veinte personas, de pintar hasta medianoche, de paseos bajo las estrellas, de madrugones y de duchas frías, del after sun sobre la piel quemada, del cansancio sereno que te invade después de haber trabajado durante todo el día… Uno de los recuerdos más emotivos quizá sea el de la despedida, cuando nos dimos abrazos en la oscuridad. Los monitores nos colocaron en dos filas formando un pasillo y, uno por uno, fuimos pasando para que los compañeros nos despidieran de la manera que quisieran. Para pasar, te vendaban los ojos, y recuerdo la sensación de ir a ciegas y de repente sentir el abrazo de alguien y sus palabras de afecto al oído. En dos semanas habíamos pasado de ser completos desconocidos a ser un equipo, un grupo de amigos, casi una familia.

Y eso es algo que nunca olvidaré.


De izquierda a derecha: Toni Simó, regidor de Juventud; Cati, regidora de Participación Ciudadana; Joan, Ayna y Mar, nuestros monitores, y el resto de los Trampó.