Ya estaba tardando en hablar de Amelie. Fue una de las películas que marcaron mi infancia. Yo no entendía del todo a esa chica que empleaba su vida en hacer sonreír a los demás, pero veía en ella un modelo a seguir.
Hoy quisiera hablar sólo de la banda sonora. El cabrón de Yann Tiersen consiguió hacer una música que hablara por sí sola del espíritu de Amelie, que condensara su esencia sin necesidad de las imágenes. Magia, esperanza, alegría, ilusión, fragilidad. Todo eso se siente en esta música. Desde hace unos años, cada vez que la escucho me embriaga de tristeza. Me hace pensar en un sueño de felicidad que se ha desvanecido.
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